Una vez fuera algo se vuelve evidente. Desde dentro las ventanas, normalmente iluminadas por las luces de la calle no daban ninguna señal distintiva. Ahora veo que al poner un pie fuera de casa todo es distinto, estas calles no son las mismas de siempre. Increíblemente oscuras sólo las esquinas son iluminadas por pequeñas esferas luminosas que flotan a una altura considerable. Luces débiles y frías danzan como espectros juguetones, apenas trazando los contornos de las paredes donde se esconden los caminos al cambair de dirección. ¿Es acaso algo que podría siquiera llamarse calle? No importa. Pongo un pie sobre las calles oscuras, se siente como pisar un gran suelo hecho de nada. Apenas una presión apuntando hacia arriba en los pies, que me mantiene sobre el plano horizontal, pero todo a su alrededor se mueve como un sueño. Puedo ver, que este lugar no existe bajo las reglas que moldean el mundo al que estoy acostumbrado. Después de comprobar que no iba a caer hacia este abismo negro en el suelo comencé a caminar, revisando las direcciones en el desgastado mapa bajo las luces tenues. Un paso tras otro, cada vuelta como si volviera al inicio, sin una dirección, ni referencia cada pisada un acto de fé. La tinta gastada de las hojas manchando mis dedos. Pero finalmente encontré algo diferente. Un edificio largo, sin indicación de su función pero con puertas abiertas. Este debe ser el lugar.→