Estos pasadizos sin luz son tan confusos a veces. Si no prestas atención puedes comenzar a andar en círculos, por suerte hay señales bastante evidentes para orientarse. Me recuerda a una expedición que tuvimos en la Sierra Madre, era bastante joven entonces, es decir, no tenía mucha experiencia. Fue una de mis primeras expediciones, yo y otro par de estudiantes bajo la guía de un viejo profesor. Se habían escuchado rumores en la región de que había hadas, fantasmas, brujas, cada quien los llamaba por lo que mejor les pareciera. Nosotros creímos que la gente estaba viendo fuegos fatuos producidos por los gases de materia enterrada décadas atrás. Sabíamos que esa zona fue muy activa durante la revolución así que en un parpadeo comenzamos a crear teorías de tesoros innumerables enterrados en las laderas de la sierra. Sin ninguna evidencia tangible, pero más que motivados por nuestra loca imaginación comenzamos a reunir suministros, captamos la atención de varios compañeros pero al final solo nuestro maestro de geología quiso acompañarnos. Nunca sabré qué lo motivó a ir con nosotros en esta cacería, quizás realmente estaba convencido de que había millones de pesos en oro. Nosotros lo estábamos en ese momento, aún si en el fondo sabíamos que todo era una broma, una excusa para escapar por un día de nuestras responsabilidades (y por qué no, para impresionar a algunas compañeras con nuestra gallardía). A la mañana siguiente partimos a nuestro destino cargados con lo elemental, por supuesto, una dotación generosa de bebidas alcóholicas. Tequila. Ron. Whisky. Hasta un buen ponpin de caña apareció entre nuestras cosas. Y un par de lámparas con baterías AA, o doble A, algo de comida. Lo ESCENCIAL. El día fue maravilloso pero al caer la noche fuimos conscientes muy rápidamente de nuestra incompetencia. Nada se veía, las tristes lámparas caseras apenas podían perforar unos centímetros en la densa oscuridad, las copas de los árboles ni siquiera dejaban que la luna nos ayudara un poco. Aún más, en ningún momento percibimos ninguna luz que pudiera ser una fuga de gas encendida, realmente no sabíamos si la zona había sido usada para cualquier otra tarea revolucionaria que no fuese dar de comer a los caballos y darle de beber a los soldados hasta que olvidaran sus penas. La expedición fue un fracaso y fue entonces que las cosas comenzaron a ir peor. Nuestros alimentos y agua se terminaron, nunca habían sido suficientes, nosotros solo habíamos pensado en una celebración bestial en el bosque como homínidos primitivos. Habíamos caminado tan desordenadamente por el alcohol, y sin un mapa, ni una brújula, ni nada parecido. No teníamos la más mínima idea de dónde estábamos. Las baterías se acabaron. Mierda. Fue un error tomarlas prestadas de un control remoto. Entonces, en medio de la total oscuridad nuestro profesor empezó a gritar que podía ver una, estaba viendo una luz. Nosotros no veíamos absolutamebte nada más allá de nuestras narices, ni siquiera nuestras narices realmente. Pero nadie podía detenerlo, caminaba como poseído, tan seguro de su dirección. Caminamos por una cantidad de tiempo que no puedo adivinar, parecieron horas pero eso es imposible, quizás minutos. No más de diez. El pobre hombre estaba tan emocionado, podía saborear su oro y su felicidad. No más tener que soportar jóvenes ebrios que lo arrastran a una expedición en medio de la nada. Por más que caminamos su dichosa luz jamás apareció pero él no perdía el aliento, estaba tan emocionado como al inicio del camino. Hasta que no estuvo. Quiero decir que no estuvo más ahí, donde estaba. Escuchamos un grito muy breve, no de emoción esta vez, sino de sorpresa, de muerte, y entonces un golpe, como un costal de boxeo. Nos detuvimos en seco, lo llamamos pero no respondió, parecía que podíamos escuchar una expiración pero ya no estoy seguro de nada. Estaba asustado. Mi imaginación me hizo pensar que lo había atrapado una bruja, o demonio o chupacabras y volvería por nosotros. Estaba muy borracho y exhausto. Fui el primero en despertar sobre mi propio vómito y llame a mis compañeros. Estábamos a un par de metros de un barranco muy pronunciado. Abajo, el cuerpo retorcido de nuestro profesor. Durante su caída parece haber girado suficiente para haber caído con su cabeza primero. La altura habría sido suficiente para matarlo pero así al menos aseguró una muerte instantánea. Me pregunto si sintió dolor, o miedo. Probablemente su último pensamiento fue sobre ese oro y ese fuego fatuo que nunca existieron y cómo por fin habría justicia para él. En algún lugar él está disfrutando sus monedas de la época revolucionaria y se burla de nosotros por no haber seguido el camino "lo que podrían tener ahora muchachos" nos diría si pudiéramos oírlo. Lo transportamos con nuestras endebles fuerzas al pueblo y los doctores nos hicieron saber que él había experimentado arranques psicóticos en el pasado y que esto estaba destinado a pasar. Era un hombre sin familia así que nadie buscó culparnos por nada de lo ocurrido y pudimos salir caminando de la morgue. Creo que depsués de eso los locales más supersticiosos quedaron convencidos de la presencia de su bruja o lo que sea, de una maldad primordial que acecha por los serros. Quizás tienen razón. Bueno, volvamos a la exploración. El código que tenemos aquí no es en nada complicado pero requiere atención, me pregunto si en algún lugar de este laberinto habrá trucos más sutiles, debe ser ahí donde está el verdadero tesoro. Tengo que admitir, a veces parece que este lugar no tiene ningún sentido pero sin duda hay una lógica subyacente detrás de todo. Quien sea (o lo que sea) que haya construido este lugar tiene que haberlo hecho con un propósito más allá de la proesa arquitectónica.