En la profundidad de la noche desperté como tantas veces antes. La cabeza pesa y el alma espera un segundo a que la sombra que me ha persigo toda mi vida utilice la oscuridad para dar su ataque final, pero la sombra nunca salta a encontrarme y en su lugar se posa sobre mi pecho y vuelvo a dormir. Esta vez no. Los minutos pasan y el sueño no pesa sobre mis párpados. Me siento al borde de mi cama y me percato de que todo está cubierto por una capa de polvo, excepto que no es polvo, es escarcha. La habitación está fría como un congelador y por alguna razón no me había percatado de eso. Inmediatamente un impulso por revisar mis notas me pone de pie y al ojear mis notas puedo ver que todas las páginas han sido reemplazadas por el bosquejo de un mapa. No tengo idea de qué destino indica o cómo apareció aquí pero solo hay una cosa que puedo hacer, una compulsión extraña que me hace bajar hacia la calle y seguir las direcciones.→